La palabra "vocación" forma parte habitual del discurso de los estudiantes y profesionales de la salud. También en otras muchas profesiones se habla de una inclinación especial para formarse y ejercer, por motivos que, más allá de lo puramente racional, se adentran en el terreno profundo de lo más personal. Sin embargo, ¿podría la propia vocación ser tan firme que nos mueva a tomar caminos, a priori, contradictorios? Plasmo aquí una experiencia personal y una breve reflexión al respecto. Es mediodía, estamos en la cafetería de un hospital en una ciudad del norte de Alemania. Los estudiantes locales me acogen con hospitalidad y no tardan en incluirme en sus corrillos y en sus conversaciones. Compartimos experiencias comunes como proyectos de médicos; al mismo tiempo, otras que nos diferencian. Pero tardamos muy poco en darnos cuenta de que, a pesar de la diferencia idiomática, es prácticamente nada lo que nos diferencia en materia sanitaria y universitaria a españoles y aleman...